Se tratará de un nuevo tipo de relacionamiento internacional o de la «diplomacia de los pueblos» propugnada por nuestro Jefe de Estado y acaso asimilada ya por sus colegas más allegados del exterior?
El choque verbal entre el Primer Mandatario de Venezuela y su par el Presidente del Gobierno de España, secundado en la ocasión por el propio rey Juan Carlos I, hecho sin precedente histórico en las reuniones anteriores a la XVII Cumbre Iberoamericana celebrada en Santiago de Chile, como quizá también en la generalidad de los eventos multilaterales de similar característica, además de haber ratificado los rasgos personales de su principal protagonista, podría marcar el inicio de una nueva tónica en esos mismos ámbitos, a despecho del marco tradicional en que los vínculos de las naciones se han desarrollado hasta ahora y con consecuencias desde luego imprevisibles.
Al respecto, habrá que convenir en que el derecho a la opinión y expresión, es premisa ineludible allí donde al ser humano le toque interactuar con sus semejantes, salvo que sobrepase los límites del respeto y la compostura, circunstancia que justificadamente lo hace pasible a la condena.
Ahora bien, en oportunidad de la plenaria de cierre del encuentro iberoamericano, se dio precisamente esta última figura, cuando el coronel Hugo Chavez, conocido en la región y el mundo entero por sus exabruptos y su megalomanía, reiteró ataques al ex gobernante hispano, José María Aznar, calificándolo de fascista y racista, aparte de revelar una que se supone fue conversación privada entre ambos en el pasado y denunciar un supuesto apoyo suyo al golpe que en 2002 trató de derrocarle, motivando que el actual mandatario de España le pidiera mínimo de respeto a una figura electa democráticamente por el pueblo de la península, a pesar de las diferencias ideológicas que existieran entre sí.
Entablado un entredicho a propósito, más allá de los procedimientos de rigor en conferencias como las que nos ocupa, peor todavía si los actores procedieron a interrumpirse mutuamente, el circunspecto monarca en gesto nunca visto antes tuvo que intervenir espetándole a Chavez –causante, dicho sea de paso, de comentarios en nuestro país a raíz de un aterrizaje de su comitiva en Trinidad, de paso a la capital chilena, anomalía precedida de una resolución senatorial para que el gobierno nacional protestara contra su permanente injerencia en asuntos internos– la siguiente frase: ¡Por qué no te callas!, que desde luego dejó perpleja a la audiencia.
Pero no todo quedó ahí, sino que una posterior crítica del Presidente de Nicaragua a una empresa eléctrica española, hizo que el depositario de la corona ibérica abandonara el recinto hasta el momento de su clausura, mientras que el Vicepresidente de Cuba se prodigaba en respaldar la conducta de Chavez.
¿Se tratará de un nuevo estilo de relacionamiento internacional o de la «diplomacia de los pueblos» propugnada por nuestro Jefe de Estado y acaso asimilada ya por sus colegas más allegados del exterior?
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