J. CAÑETE BAYLE / R. MIR DE FRANCIA
Hay familias marcadas por un destino trágico. El reciente magnicidio en Pakistán, que ha golpeado de nuevo a la familia Bhutto, recuerda los finales de vida violentos ocurridos en otras sagas políticas en países convulsos, como la India o el Líbano, o estables como Estados Unidos. Los Bhutto, los Gandhi, los Kennedy y los Gemayel han formado parte durante décadas del paisaje político de sus países y, pese a perder a varios de sus miembros, siguen ahí.
NACIDOS PARA DIRIGIR PAKISTÁN
Los Bhutto, el precio del poder
Con el reciente asesinato de Benazir en Rawalpindi, los Bhutto, una rica saga de terratenientes emigrados cuyos orígenes se sitúan en la actual India, vuelven a pagar con sus vidas el elevado precio de ser la dinastía dominante en la vida política del convulso Pakistán. Cuando a Benazir le recordaban el trágico destino que tuvieron su padre y hermanos, solía responder que ni el más resolutivo asesino podría con ella si no había llegado su hora.
Pero pensar que la dos veces exprimera ministra paquistaní pudiera llegar a anciana era casi una quimera si se echa un rápido vistazo a la trayectoria familiar. Su padre, Zulfikar, presidente y primer ministro en los 70 y puso además los fundamentos del programa nuclear paquistaní fue derrocado en 1977 por el general Zia Ul-Haq, el mismo hombre al que un año antes había puesto al frente del Ejército. Zulficar fue condenado por el asesinato de un oponente y ahorcado en 1979 entre las protestas internacionales.
La ejecución dio inicio a una persecución sin cuartel contra los Bhutto que se cobró la vida de dos hermanos de Benazir. En 1985, Shah Nawaz fue envenenado en su apartamento del sur de Francia. Once años más tarde, otro hermano, Murtaza, dejó de existir tras ser tiroteado en Karachi.
La pasión de los Bhutto por el poder no se limita a Zulfikar o a su prole directa. Nusrat, esposa de Zulfikar, fue ministra sin cartera; el marido de Benazir, Asif Alí Zardari, también fue ministro y Sardar Mumtaz, primo, gobernó en Sindh.
EL LINAJE MÁS PODEROSO DEL SUBCONTINENTE INDIO
Los Gandhi, parte de la India
El apellido Gandhi forma parte de la historia de la India independiente, que se deshizo del imperio británico en 1947. Y no solo por el pensador y pacifista, Mahatma, sino también por la saga que inició Jawaharlal Nehru, el que fuera el primer jefe de gobierno de la independencia. Su única hija, Indira, siguió los pasos de su padre y ocupó en dos ocasiones el cargo de primera ministra.
Indira tomó el apellido Gandhi de su marido, Feroze, sin ningún parentesco con Mahatma. Fruto del matrimonio, que acabó separándose, nacieron Rajvi y Sanjay. Educada en escuelas selectas de Suiza y el Reino Unido, Indira participó en la modernización de la India y luchó a favor de la integración étnica y religiosa del país. Durante su primer mandato, tuvo como principal asesor a su hijo menor, Sanjay, al que preparó como heredero político.
Pero Sanjay murió en 1980 al caer la avioneta que pilotaba. El puesto de consejero pasó entonces a su hermano mayor. La maldición cayó sobre la familia solo cuatro años más tarde, cuando Indira fue asesinada por separatistas sijs. Rajvi, con apoyo del Partido del Congreso, se hizo con la jefatura del Gobierno. En 1991, en plena campaña electoral, Rajvi falleció en otro atentado terrorista.
En la actualidad, la saga continúa activa en la política India. No solo con la viuda de Rajvi, Sonia Gandhi, de origen italiano, sino también con la hija de la pareja, Priyanka y, sobre todo, con el hijo Rahul, que salió elegido diputado en las elecciones del 2004.
EL PRIMER CLAN POLÍTICO DE NORTEAMÉRICA
Los Kennedy, sueño de EEUU
Camelot fue una pesadilla. La historia es lo suficientemente conocida: en Dallas se acabó el sueño. La segunda parte también fue abortada a tiros. 22 de noviembre de 1963: John F. Kennedy fue asesinado en Dallas. 6 de junio de 1968: Robert Kennedy cayó abatido en Los Ángeles. Ambos hermanos representaban la mejor de las sonrisas y el flequillo más elegante de EEUU, el optimismo, las ganas de pulir las afiladas aristas del sueño americano.Los dos políticos, tan terrenales como un cumpleaños fe liz susurrado por Marilyn Monroe, se convirtieron en mitos; y los mitos, en losa para una familia patricia que pasó de presidir un reino imaginario (Camelot) a reinar en el corazón de un país que nunca quiso un rey. Jackie, la reina viuda, trató de rehacer su vida, pero las maldiciones no sabe de millonarios, aunque sean griegos, ni de glamur ni de papel cuché. La viva reencarnación de su padre, John F. Kennedy hijo, murió en 1999 en un accidente de avioneta. Era guapo, era famoso, era rico y era un Kennedy. Una afrenta para la tragedia.Hay un EEUU antes de los Kennedy y otro después. El que vino fue el de Vietnam, Nixon, el Watergate. Camelot resultó ser un lugar oscuro, el sitio donde van las sociedades que descubren que el optimismo es un lujo que necesita una sonrisa en la que encarnarse. Tan grande fue la pena que culpar a un solo hombre, Lee Harvey Oswald, parece muy poco. De la misma forma que cualquiera empequeñece a la sombre de los Kennedy, la imposible vara de medir.
EL GRUPO CRISTIANO MÁS PROMINENTE DEL LÍBANO
Los Gemayel, orgullo maronita
Con el asesinato a balazos del ministro de Industria, Pierre Gemayel, en noviembre de 2006, mientras conducía por Beirut, se apagó la última estrella emergente de la constelación de los Gemayel, el más prominente de los clanes maronitas del Líbano.
Desde que su abuelo, el patriarca Pierre, fundara setenta años antes las Falanges Libanesas (Kataeb) inspirado en el fascismo europeo, la sangre ha teñido el linaje de esta saga de políticos nacionalistas, defensores de las raíces cristianas del Líbano y de su «particularismo fenicio» en el seno de la comunidad árabe. El primero en caer sería Bashir Gemayel, hijo de Pierre y comandante de las milicias falangistas que combatieron a los palestin durante la guerra civil. Apoyado con armas y dinero por Israel, el carismático y sanguinario Bashir, al que el primer ministro hebreo Menajem Begin solía referirse con el apelativo de «Hijo mío», se hizo con la presidencia en 1982. Nueve días más tarde, tras anunciar la normalización de relaciones con Israel, un explosivo colocado por un agente prosirio en su cuartel general de Achrafiye acababa con él y otros 25 militantes de su partido. Solo dos años antes, un coche bomba dirigido contra él había matado a su hija Maya, de tan solo 18 meses.
La última víctima, el ministro antisirio Pierre Gemayel, sobrino de Bashir e hijo del ex presidente Amín, fue asesinado un año después de entrar en el Gobierno. Su muerte ha minado el futuro político de una saga que vuelve a comandar el sexagenario Amín.
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