A punto de caer la última hoja. La última esperanza de sobrevivir a la pérdida, el último recuerdo de tiempos mejores. Un mínimo soplo de viento, una pequeña vibración, pueden hacerla desprenderse, como mostrando la fragilidad con la que perduran los buenos momentos, como mostrando la facilidad con la que éstos pueden quebrarse. Y luego, un largo período de letargo. Siempre demasiado largo, pues aunque en realidad no lo sea, siempre lo aparenta. Triste, frío, sombrío, intentando resistir todos los golpes, resguardando en su interior la vida, la esperanza. Deseando que llegue un día en el que volver a renacer, aguanta, resiste.
Cierto es que envidia a aquellos cuyas hojas nunca caen.
No menos cierto es que si logra superar su letargo, nuevas hojas volverán a crecer repletas de ilusiones, grandes esperanzas volverán a florecer. Todo será como en una nueva vida, aunque siempre permanezca atado al mismo lugar.
Puede que con el tiempo vuelva a caer otra última hoja. Pero entonces será consciente de que crecerán de nuevo si resiste los malos momentos, y sabrá que de cada ilusión muerta puede llegar a surgir una esperanza viva.
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