Atencion a la Policia Dominicana sobre violaciones a los Derechos Humanos

18 02 2009

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SANTO DOMINGO.- En su intento por preservar la seguridad ciudadana, agentes de la Policía Nacional cometen excesos, muchas veces amparados en las instrucciones precisas de sus superiores  para combatir la  delincuencia.

Las seguidas denuncias de muerte y heridas a personas desligadas a hechos delictivos por parte de miembros de la Policía Nacional ponen a la población en una encrucijada, porque no sabe  si confiar en las autoridades.

Es precisamente la pregunta que se hace José Luís Sillé, un joven que el lunes de la pasada semana fue apresado por agentes policiales vestidos de civil en las inmediaciones de la avenida 27 de Febrero, esquina Barahona, quienes lo detuvieron sin mediar palabras, según denunció el agraviado.

Sillé cuenta que al salir de un cajero automático, dos hombres a bordo de un motor de los denominados «saltamontes», le silbaron y gritaron que se acercara a ellos. Es precisamente cuando comienza  el mal rato de este joven, quien aunque primero pensó que se trataba de atracadores, luego enfrentó la cruda realidad de ser maltratado en las instalaciones del Palacio de la Policía Nacional.

En el trayecto hacia  la sede central de la Policia, los agentes realizaban constantes amenazas incluso de muerte al supuesto delincuente.

José Sillé fue golpeado, maltratado verbalmente y los agentes violaron el derecho a una llamada  telefónica.

Este ciudadano que jamás imaginó la situación por la que atravesó el pasado lunes, permaneció hincado por más de media hora en la oficina de un teniente, mientras se realizaban depuraciones para comprobar que tal y como él decía, no se trataba de un delincuente.

Mientras permanecía detenido, José Sillé recibió una llamada a su celular, la cual, haciéndose pasar por él, contestó el oficial que le acompañaba. La llamada era de una compañera de trabajo, que lo constató para consultar asuntos laborales. Fue entonces cuando el agente policial confirmó que la víctima no era ningún desaprensivo.

Luego de esto, según narra Sillé, le permitieron una llamada. Ante esta oportunidad, el joven informó de la situación a un amigo, hijo de una agente policial. Al percatarse del vínculo, Sillé fue dejado en libertad, no si antes advertirle que cualquier información en contra de los oficiales le podría costar la vida.

Además al ser entregado a sus familiares, los agentes le pidieron que certificara no haber recibido ningún maltrato que recibió en horas de detención.

Esta misma situación, afrontan a diario jóvenes inocentes quienes tiene que enfrentarse al «permiso para matar» o «carta blanca», como se dice en el lenguaje policial, que tienen los agentes en su lucha por combatir la delincuencia, sin antes distinguir mansos de cimarrones.

José Sillé hace un llamado a la jefatura de la Policía Nacional, que dirige el mayor general Rafael Guillermo Guzmán Fermín a que los responsables no sólo de este hecho, sino de cualquier otro caso similar, paguen por sus malas acciones.


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