Empecemos admitiendo algo embarazoso. A diferencia de ciertas obras pioneras en el campo de psicologia evolutiva, este libro no tiene su origen en los solidos cimientos de un estudio sobre actitudes. En realidad todo empezo por un consejo de un agente de bolsa. Me encontraba visitando Monaco con motivo de un encargo inverosimil de la revista National Geographic cuando me dio la impresion de que habia entrado en otro universo en el cual la conversacion mas informal puede terminar siendo completamente surrealista. Un dia, por ejemplo, estaba tomando uan copa tranquilamente con dos mujeres jovenes en busca de maridos emprendedores cuando una le dijo a la otra refiriendose a un conocido:
-¿Tiene todavia aquel jaguar a juego con su perro?
-Era Morgan-respondio su amiga-. De color crema.
Pedi a una de ellas que me enseñara algo de frances y al expresion que le llego alegremente a los labios fue il a duc fric, <<Esta forrado>>. En lo que a mi respecta, por otra parte, ni siquiera podia abrir una cuenta bancaria en Monaco, donde los banqueros me informaron amablemente de que era necesario un minimo de cien mil dolares.
-¿National Geographic?- me pregunto una mañana una gente de bolsa britanico-. ¿Y por que no esta usted en las montañas de Papua-Nueva Guinea?
Le sugeri que cada nacion tiene su propia antropologia y que las constumbres nativas de Monaco eran por lo menos tan exoticas como las de cualquier tribu de las montañas.
El agente de bolsa capto la idea al instante.
-¿sabe? Yo voy a ese club nocturno llamado Jimmyz y es como un ritual: todas las noches tocan las mismas canciones y siempre salen las mismas chicas y…
Me volvi a encontrar con el agente de bolsa pocas noches despues en un piano-bar e inmediatamente empezo a catalogar la antopologia monegasca que habia en su entorno.
-Aqui tiene usted el cortejo nupcial de la tribu. Todo el mundo exhibiendose. Mucho plumaje. Mucha fertilizacion cruzada.
-Parece usted. David Attenborough- dije yo.
Sostenia su copa en alto con las dos manos y estiro los dedos, como si se abriera una puerta doble, para señalar a la mujer del taburete de al lado, vestida de forma muy llamativa.
– Y aqui- dijo en voz baja, con el tono del presentador de un programa de historia natural- esta la mariquita de rayas blancas y negras, y cuellos rojo.
El corredor de bolsa bebio un sorbo y reflexiono en voz alta.
-Todos somos el mismo animal, con un Cartier o sin el- dijo- Uno puede acumular a su alrededor signos y simbolos, pero todo se reduce a lo mismo que el trasero colorado de los monos, es decir: <<Prestame atencion>>.
ESCRITO POR RICHARD CONNIF
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